Del 13 al 17 de noviembre 2017 se celebra en París el 50º Congreso de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA).
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El día 14, Paula Barreiro López participa en la sesión «Cambios paradigmáticos en la historia del AICA», en el Instituto Nacional de Historia del Arte (INHA) con la ponencia «L’internationalisation de la critique d’art militante espagnole des années soixante : une lecture à travers des réseaux de l’AICA» (La internacionalización de la crítica de arte militante española de los años 1960s: una lectura a través de las redes de la AICA).
Resumen de la ponencia
Desde 1957, con el fin de la autarquía y la aceptación de España en el campo occidental de la Guerra Fría, los intercambios y colaboraciones de la crítica de arte española con colegas e instituciones extranjeras se multiplicaron. Estableciendo fértiles relaciones, los críticos del arte militante español se unieron a la comunidad internacional de críticos de arte. En este proceso, las redes y asociaciones profesionales como la AICA se volvieron muy importantes. Esta plataforma brindó a los españoles la oportunidad de interactuar con sus colegas europeos y estadounidenses y adquirir conocimiento y nuevas herramientas intelectuales para desarrollar su perspectiva sobre el arte moderno en los años sesenta. Estos enlaces fueron vitales para la renovación de sus herramientas teóricas y su concepción de la actividad crítica como actividad militante.
Los españoles consideraban la crítica como una actividad creativa en sí misma, particularmente involucrada en el campo sociopolítico. Al apoyar las tendencias artísticas, teorizarlas, unirlas e incluso pilotearlas algunas veces, los críticos españoles pudieron participar en la creación y el desarrollo de movimientos artísticos de vanguardia, lo que les permitió fortalecer su posición ideológica. Finalmente, se volvieron abiertamente antifranquistas y comenzaron a difundir esta ideología más allá de las fronteras del país.
Gracias a sus contactos en el exterior (desarrollados principalmente a través de las redes de la AICA), pudieron ganar una posición privilegiada que les permitió mucho más que una simple conexión con nuevos discursos estéticos y movimientos de vanguardia, haciendo de sus participaciones en el exterior una plataforma para denunciar el carácter represivo de la dictadura ante la comunidad internacional. Por lo tanto, para ellos en cuanto intelectuales comprometidos contra la dictadura, el apoyo a la vanguardia iba de la mano con el activismo cultural y sociopolítico.